
Nicolás Massot volvió a trenzarse fuerte con el kirchnerismo, esta vez antes de aprobarse la ley para liberalizar el precio del papel que vende Papel Prensa, la empresa que el Estado comparte con Clarín y La Nación y abastece a los diarios del país con su insumo básico.
“Es cierto: Clarín no tiene amigos. Los supo tener. Su amigo más importante lo perdió en 2010. Que en paz descanse”, chicaneó el jefe del bloque PRO, en alusión al fallecido Néstor Kirchner.
Su frase encendió una sesión que había pasado sin mayores debates, con proyectos acordados por todas las bancadas e incluidos por Mauricio Macri en el temario de extraordinarias por gestión de Emilio Monzó y del propio Massot.
Los diputados de La Cámpora saltaron de sus bancas. Marcos Cleri pedía a sus pares abandonar el recinto y Mayra Mendoza lo insultaba a los gritos. “¡Devolvé la banca!”, “Sos la dictadura”, lo atacaba. “¡Idiota!”, también se escuchó.
Máximo Kirchner caminó raudo hasta al lado de la banca de Rossi. “¡Mal educado! ¡Mal educado!”, le gritaba, con el rostro enrojecido, mientras varios de sus compañeros se levantaban como si fueran a dejar la sesión sin quórum.
Haciendo eco con sus manos, Leopoldo Moreau repetía los nombres de Enrique Henrich y Miguel Ángel Loyola, los obreros gráficos del diario La Nueva Provincia de Bahía Blanca asesinados durante la dictadura, cuyas muertes se investigaron en una causa que tuvo implicado a Vicente Massot, tío del diputado, finalmente sobreseído.
“La única manera de seguir, es que pida perdón”, intentó unir las partes Graciela Camaño, mientras Andrés “El Cuervo” Larroque y Máximo Kirchner se abalanzaban al estrado reprochándole el exabrupto de Massot a Emilio Monzó, su padrino político. Hasta Martín Lousteau hacía gestos de reprobación y después de la votación cruzó unas palabras con el cordobés en la escalinatas y abandonó el recinto.
“Estamos acostumbrados a las provocaciones del diputado Massot, pero esta vez se pasó de la raya. No se puede ser tan canalla. Cada vez que aparecen las chicanas es porque faltan los argumentos. Kirchner no sólo era nuestro jefe: era nuestro amigo y su partida es una herida abierta”, intentó recomponer Agustín Rossi.
“Si realmente quiere disculparse, que lo haga explícitamente y que lo diga delante de todos. No se puede hacer política de la manera en que la hace Massot”, se lamentó y lo comparó con el momento en el que Mirtha Legrand puso en duda que Kirchner estuviera en el féretro durante su velorio.